¿Un selfie para los más glotones?

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¿Quién iba a pensar hace unos años que nos dedicaríamos a fotografiar la comida de nuestros platos favoritos y a compartir dichas fotos con el resto del mundo? Es una actividad que está tan de moda como los autoretratos y de la que las cadenas de restaurantes se han percatado como medio para incrementar sus beneficios.

Nadie podía imaginarse que la mejor forma de hacer publicidad a un restaurante fuese a través de sacarle Selfies a sus principales platos de comida. El usuario que entra con un móvil a un restaurante se ha convertido en una potencial fuente gratuita de publicidad que verán los amigos de sus redes sociales, de ahí la importancia de adaptar los platos al objetivo del smartphone.

Según parece, la estrategia pasa por colocar los ingredientes de cada plato de forma que queden bien a la hora de hacer una foto con el móvil, situar en primer plano los productos que se quieran destacar para que parezcan más grandes, e incluso utilizar recipientes que den aspecto de calidad, que queden limpios y relucientes (por ejemplo metalizados) a la hora de tomar las instantáneas.

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Hoy en día podemos ver como muchos restaurantes tienen cuentas en Instagram para que sus clientes (y ellos mismos) compartan las imágenes de sus últimas comidas y abran así el apetito de futuros comensales. Y sí, la mayoría de las instantáneas están sumamente cuidadas, tanto en el color como en la iluminación y la disposición de los alimentos.

Personalmente, no soy muy dado a compartir en mis círculos sociales imágenes de lo que como o dejo de comer, pero esta claro que los «selfies» a los platos (si es que se les puede llamar selfies al no ser autorretratos) y a comensales, son la segunda cosa más fotografiada con el móvil, y ésto es algo que los restaurantes no pueden ignorar si quieren tener éxito.

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